La revista ‘Profesiones’ editada por Unión Profesional –asociación que agrupa a las profesiones colegiadas de nuestro país, entre ellas la notarial- recoge una tribuna de Manuel Lora-Tamayo, notario y ponente del XII Congreso Notarial Español.
Por su interés, reproducimos íntegro el artículo:
«Nuestras vidas son los ríos que van dar en la mar, que es el morir…» declamábamos aprendiendo a Jorge Manrique. Es-te río se ha ido haciendo cada vez más largo, aunque en sus tramos finales se vaya debilitando y encuentre terrenos menos propicios para su circulación. Y es que, según todas las estadísticas, la esperanza de vida en España ha ido creciendo en las últimas décadas, y salvo por la regresión que haya podido producir la pandemia, vivir hasta los cien años puede llegar a ser habitual en unas pocas décadas.
Esta longevidad ha hecho surgir nuevas necesidades y hace imprescindible la revisión de algunos planteamientos socia-les desde el punto de vista sanitario, asistencial, de planificación patrimonial y también jurídico. En este último ámbito, los notarios somos observadores privilegiados de la sociedad, de sus anhelos, preocupaciones, necesidades y miedos, y, por tanto, no podemos permanecer ajenos a este importante cambio social.
XII Congreso Notarial
Por eso, los días 19 y 20 de mayo se celebrará en Málaga el XII Congreso Notarial con el título El envejecimiento de la sociedad: principal desafío del siglo. Un foro abierto a profesionales de diferentes ámbitos y a la sociedad, con el objetivo de que cada uno pueda aportar ideas y visiones diferentes en sus propios sectores, que generen una reflexión productiva que nos acerque a esta realidad y nos sirva para construir nuevas soluciones.
El notariado es una institución de gran raigambre social, que no construye desde planteamientos puramente teóricos, sino que recoge sus necesidades y trata de dar la mejor solución jurídica, siempre al servicio de la persona, de su libertad y de su dignidad. Por eso, en este congreso, se hace necesaria la participación, como decimos, no solo de notarios, sino de otros profesionales y de la sociedad civil.
Algunos instrumentos jurídicos son ya conocidos y utiliza-dos habitualmente: testamentos, poderes preventivos, autocuratela, testamentos vitales… pero, junto a ellos, aparecen ahora otros dirigidos hacia una planificación patrimonial que cada vez son más utilizados: rentas vitalicias, con-trato de alimentos o hipoteca inversa.
En todo caso, la idea que debe calar en la sociedad es la del conocimiento de estos medios y la planificación para evitar que por falta de una previsión adecuada y un deterioro cognitivo avanzado ya no sea posible utilizar instrumentos que harían mucho más sencilla la gestión del envejecimiento y respetarían la voluntad de la persona. Así, mediante el testamento, cada persona prevé la forma de distribución de su patrimonio a su fallecimiento, con mayor o menor libertad según existan o no legitimarios.
Los cambios sociales que se están produciendo con familias monoparentales, rupturas y nuevas uniones o desapegos de hijos respecto de sus padres, hacen que estén en continua evolución, y que las fórmulas empleadas antiguamente ya no sirvan para esta nueva realidad.
Previsión y planificación del envejecimiento La preocupación por cómo morir, qué tratamientos deben ser utilizados, si se quiere o no alargar la vida, los cuidados paliativos, se recogen en el testamento vital o documento de voluntades anticipadas. Los poderes preventivos y la autocuratela ya se venían utilizando desde hace tiempo, pero la reciente reforma de la discapacidad producida por la Ley 8/2021, hace que estos instrumentos tengan mucha más fuerza, y no sean meras delegaciones de facultades, permitiendo la expresión de la voluntad, deseos y preferencias de la persona, y establecer mecanismos de control. Junto con ellos está el documento de provisión de apoyos, que permite la participación de los mayores, mientras su nivel cognitivo lo haga posible, sin perjuicio de ser apoyados por las personas que ellos designen.
Además de los anteriores instrumentos hay otros patrimoniales que permiten generar flujos de rentas a las personas mayores con los que atender a sus necesidades vitales. Son la renta vitalicia y el contrato de alimentos, en el que uno entrega una serie de bienes a cambio de una cantidad mensual que deberá estar claramente determinada y garantizada; o la hipoteca inversa, dentro del ámbito financiero, que hace posible recibir un préstamo que será devuelto por los herederos al fallecimiento de la persona y que queda garantizado con la vivienda.
En todos estos instrumentos, contar con un buen asesoramiento, tener cubierto los riesgos de incumplimiento y dejar claramente determinada la prestación a obtener, parece imprescindible: «…allí van los señoríos, derechos a se acabar e consumir…»».