El último número de la revista del Notariado ‘Escritura Pública’ recoge dos artículos de interés relacionados con el envejecimiento de la sociedad, tema de análisis del XII Congreso Notarial Español.
En el reportaje ‘Freno al envejecimiento’ la periodista Marta Ruiz-Castillo @ se pregunta si es posible reducir los daños que conlleva la edad. “En España, el 20% de la población es mayor de 65 años y, de acuerdo con las previsiones del Instituto Nacional de Estadística, en 2050 este grupo podría suponer más del 30% de la población. Conclusión: vivimos más años, pero ¿vivimos mejor? Lo cierto es que, en general, no envejecemos con muy buena salud. Prevenir las enfermedades asociadas al envejecimiento (Alzheimer, fibrosis, algunos cánceres, entre otras) a través de mecanismos que actúen sobre éste, se ha convertido en todo un reto para la comunidad científica y médica. Hacia esa dirección se centran los trabajos que, desde hace tiempo, se llevan a cabo en laboratorios de medio mundo”.
En el reportaje se recogen los trabajos centrados en los telómeros (extremos de los cromosomas), como los realizados por Shai Efrati, profesor de la Facultad de Medicina y de la Escuela de Neurociencia Sagol de la Universidad de Tel Aviv. “En un artículo publicado en la revista Aging en noviembre de 2020, aseguraba haber encontrado una terapia a través de oxígeno hiperbárico (absorción de oxígeno puro en una cámara presurizada) que alarga los telómeros y, por tanto, frena el envejecimiento. No hay acuerdo respecto a si el envejecimiento es una enfermedad y, por tanto, podría tener «cura», o es un proceso natural irreversible. Para Efrati está claro: «Tratamos de abordar el envejecimiento con ejercicio físico y cambios en la dieta, pero esto solo ralentiza el declive». En declaraciones a The Times of Israel, aseguró en 2020 que «estamos demostrando que en realidad podemos retroceder el reloj biológico y mejorar la calidad de las células sanguíneas. Esto significa que podemos empezar a considerar el envejecimiento como una enfermedad reversible»”.
El reportaje se completa con una tribuna de opinión de Salvador Macip, médico e investigador de la UOC y la Universidad de Leicester. El científico y divulgador expone algunas de las líneas maestras de los trabajos que se están llevando a cabo para mejorar la calidad de vida de las personas mayores.
“Hay expertos que creen que no tardaremos mucho en ver el primer fármaco con efectos antienvejecimiento de verdad (porque, en estos momentos, nada de lo que nos venden con esta etiqueta tiene un efecto real sobre la edad de nuestros tejidos). Eso no quiere decir que la inmortalidad esté a la vuelta de la esquina. El envejecimiento no deja de ser un proceso biológico terriblemente complejo, y domarlo no será sencillo. Lo más probable es que nunca lo consigamos del todo. Pero, eso sí, la posibilidad de reducir el riesgo de enfermedades como el Alzheimer, el cáncer o ciertas diabetes desconectando los mecanismos del envejecimiento, parece estar a nuestro alcance. El siguiente paso, ya a medio plazo, sería mejorar la calidad de vida en los últimos años de existencia, quizás el problema más importante que tenemos en los países desarrollados, cada vez más llenos de gente mayor con problemas crónicos. Y, finalmente, quizás algún día conseguiremos también alargar la esperanza de vida, aunque esto no sea lo más urgente. Como tampoco lo es la inmortalidad, que algunos teorizan que podría ser asequible si seguimos cosechando éxitos en estas líneas de investigación. Pero quizás estén pecando de optimistas.
“Todo esto no se puede ver sólo como un avance científico: hay consecuencias socioeconómicas muy importantes que deberán considerarse antes de que los primeros fármacos antienvejecimiento se pongan a la venta. No parece que sea imposible ralentizar el envejecimiento de manera suficientemente significativa como para que, en un futuro no muy lejano, una parte de la población de este planeta pueda vivir más de cien años en buenas condiciones. Esto puede provocar una revolución social importante (¿Podríamos continuar jubilándonos antes de los 70? ¿Quién pagaría las pensiones? ¿Sería el futuro sostenible?) y empeorar aún más las diferencias entre ricos y pobres. Es cierto que el estudio del envejecimiento promete cambios radicales en la manera de tratar y prevenir enfermedades que hasta hace poco parecían ciencia-ficción, pero depende de nosotros que acaben convirtiéndose en una utopía o una distopía”.